Documento “Costumbres del ComenSal”

Resumen:
La hipertensión arterial es uno de los factores responsables de la alta mortalidad cardiovascular de la población y la magnitud de ingesta de sal está en estrecha relación con la prevalencia y severidad de la hipertensión arterial. Los argentinos ingerimos un promedio diario que supera los 11 gramos de sal, lo que duplica la recomendación de la OMS, sin darnos cuenta de ello. El hecho que sean los alimentos procesados (panificados, embutidos y enlatados entre otros) las principales fuentes que aportan sal a nuestro organismo, junto al bajo consumo de frutas y verduras, son limitantes esenciales en la necesidad de adecuar la ingesta excesiva del consumo de sal. Aunque la información existente no es muy certera se puede suponer que la población tiene un pobre conocimiento de esta realidad. Con la intensión de tener una visión más adecuada sobre el conocimiento del tema, se decidió hacer una encuesta poblacional que respondiera una serie de preguntas sobre los hábitos que la gente de Buenos Aires tiene acerca de las costumbres en las comidas, incluyendo la frecuencia del consumo de ciertos alimentos, el nivel de agrado de los mismos, especialmente referido al aporte de sal que los principales alimentos, comidas y bebidas, representan. Los resultados más relevantes de la encuesta confirman que el desconocimiento de lo consumido por la gente, especialmente en cuanto al contenido de sal, es profundo, ni siquiera es percibido como un hecho relevante, existen una serie de malentendidos con respecto las principales fuentes de sal, el diferente tipo de sales de sodio y su implicancia sobre la salud de la población. Como un ejemplo de esto último, no se identifica a los panificados como la principal fuente de sal, en cambio se cree que el sodio aportado con las aguas pueden tener algún efecto dañino sobre la salud, a pesar que esto es erróneo. Al momento de evaluar los resultados de la encuesta se concluye sobre la necesidad de reducir significativamente el consumo de pan y galletitas, sumado a lo ya conocido de limitar los enlatados, embutidos y snacks, si se quiere impactar significativamente sobre el consumo de sal, sin que sea necesario seleccionar las aguas acorde el contenido de minerales. Todas estas medidas deben estar orientadas por políticas educativas y de comunicación adecuada y persistente que mejoren el conocimiento de la gente sobre que deben cambiar en sus hábitos y cómo hacerlo para que los mismos favorezcan el cuidado de su salud evitando la ingesta excesiva de sal a la que estamos expuestos.